Poesía, poetas y poéticas

Porque la poesía, como la Diosa, desde el misterio adviene y al misterio va...








domingo, 28 de febrero de 2010

Reporte de poetas chilenos desde México


México, D.F., a 28 de febrero de 2010, Púlsar Comunicación Cultural.- “¡Mis padres y mi hermana están vivos!, fueron las palabras del poeta chileno avecindado en México, Mario Meléndez, quien afortunadamente pudo contactar con su familia en Talca, una de las regiones más afectadas por el terremoto de 8.9 grados que asoló Chile el pasado 26 de febrero, apenas unas horas de sucedido el siniestro.

También fueron las palabras que indicaron la magnitud del sismo que conforme ha pasado el tiempo, se ha revelado. Este testimonio es de los pocos con los que se cuenta de la comunidad poética y sus familias que habitan el Sur chileno. Hasta el momento, 19:00 horas en la ciudad de México, se ha tenido noticia de autores que habitan la región del Centro, en Santiago, Valparaíso y Viña del Mar, pero no de la comunidad de Concepción, Valdivia, Temuco, la costa, se espera que por comprensibles razones de comunicación y suministro de energía.

Por otra parte, Raúl Zurita, Carmen Berenguer, José María Memet, Diamela Eltit, y Elicura Chihuilaf, parte de la delegación de poetas y narradores chilenos participantes en el encuentro “Algún día en cualquier parte”, organizado por la cancillería de Chile en México, La Feria internacional del Palacio de Minería y la Universidad Veracruzana en el contexto de las celebraciones del bicentenario de las gestas independistas en América, realizado del 21 al 26 de febrero en Ciudad de México y en Veracruz, han contactado a sus respectivas familias y constatado que se encuentran bien.

Asimismo, estos autores se encuentran ya en el Distrito Federal, capital mexicana, esperando que se normalice el tráfico aéreo hacia Chile, para poder regresar a su país y encontrarse con los suyos. De estos escritores destaca el testimonio de Chihuailaf, quien afortunadamente pudo comunicarse con su familia en Temuco, otro de los poblados afectados del sur chileno.

De Valparaíso han notificado que están bien, junto con sus familiares, el poeta y crítico Ismael Gavilán, y los poetas América Merino, Valeria Osses y Darío Prieto, éste último director del Bar La Playa que noche a noche acoge a los poetas para que expresen su voz.

De Santiago, se han reportado o se ha tenido contacto con Tomás Harris y Teresa Calderón, el maestro Jaime Quezada quien, en un testimonio conmovedor, afirma: “Pareció la hora final del mundo”. También se ha tenido noticias de los poetas Pablo Paredes, Germán Carrasco, Ángel Valdebenito Verdugo, Trini Guzmán y Julio Espinosa, quien se encontraba en Santiago pasando la época de verano. Asimismo, se ha tenido reporte de la editora y comunicóloga María José Camblor, quien reporta que las instalaciones del FCE en Chile, donde labora, están bien, del músico y fotógrafo de Valparaíso Víctor Hugo Sepúlveda, quien se encuentra en Nepal, pero constató que su familia está con bien, y del editor de Letra S5, Luis Martínez, quien no reporta daños mayores en la clínica de Las Condes, donde trabaja.

Hasta el momento estos son los autores de los que se tiene noticia pero se espera que en las próximas horas crezca el número de reportes de los miembros de la comunidad poética chilena, en especial de quienes habitan en el sur, para dar cuenta de su bienestar. Para este fin por favor escribir a Luis Martínez: osol301@yahoo.es o a Púlsar Comunicación Cultural México: cposadas@prodigy.net.mx

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Foto: Mesa de poesía del Festival "“Algún día en cualquier parte”. De izquierda a derecha, José María Memet, Eduardo Casar, Hernán Lavín Cerda, Juan Bañuelos, Elicura Chihuailaf y Vicente Quirarte.


miércoles, 17 de febrero de 2010

Casa en el viento en Punto de Partida

Este poema de Claudia Posadas (Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2009), fue editado en 2009 en la revista universitaria Punto de Partida núm. 157, Nueva Época, en la sección “Árbol Genealógico”, en la que se publican textos de autores cuyas trayectorias iniciaron, en cierta medida, en las páginas de esta revista. Esta ocasión tocó el turno a la autora quien, a decir de la editora de la revista, Carmina Estrada, "habiendo ganado el premio de poesía de esta revista en 1997, recorre con paso firme su camino en las letras mexicanas y acumula ya diversas publicaciones y reconocimientos. Posadas regresa a Punto de partida con el poema “Casa en el viento”, que ocupa nuestro Árbol Genealógico y es, en coincidencia con el ánimo de esta sección, su regalo a las nuevas generaciones de escritores y lectores."

La presente es la versión actualizada y corregida de dicho poema.

Al calce, el link de la edición electrónica de "Punto de Partida", que incluye este texto.


Casa en el viento

Una ventana a mitad de la espesura,
lo recordado en la noche de sombras hirientes.


(Evocar la casa en el bosque al final de la espesura,
aquella donde aguarda tu heredad
y en la que un rostro, más allá de la niebla,
te miraba con una tristeza incomprensible para ti aunque perturbara tu corazón;
un rostro cuyo desconsuelo
—pero tú no lo sabías—,
era el de quien conoce la herida esperándote en algún lugar del camino
).


Una ventana lo que se guarda solamente de todo aquello reducido a polvo,
sofocamiento, colapso de lo que se creía la casa de la sangre
una ventana,
quizá la única pertenencia verdadera
porque fue la primera noción de inmensidad
(la más íntima y poderosa),
la promesa del mundo.


Por ese espacio vivo,
liminar escenario de la materia y la luz,
se fue consumiendo la rotación de los días:
en verano, el vapor de la lluvia al disolverse en la techumbre,
las espirales de hojas secas del otoño,
nubes como espíritus salvajes de los aires,
luces de la ciudad aglomerándose en murmullos creciendo-decreciendo,
el frío incandescente del haz lunar.


El cielo, en ocasiones, era el espejo reflejando la edad de la pureza
en el que solitarios cometas se perdían como niños arrojados al viento
(el deseo de tripular la cauda),
o donde mínimas esferas, en la víspera de aquellas noches de magia de los primeros años
(inicial misterio para abrir el corazón a otros misterios),
eran lanzadas a los aires como pequeños satélites que llevasen nuevas de este mundo a otros mundos
(el deseo de enviar una palabra, la música, el pensamiento…)




Y alguna vez, consumada la unión entre el fuego solar y las separaciones de vientos contrarios,

La Fata Morgana
La Ciudad Celeste
(sus ejércitos sidéreos custodiando la Rosa Coronada)
el espejismo desde una ventana del sueño...


Todo era una fuerza prodigándose a través del ventanal,
pero por sobre todas las cosas,
el oro de la tarde.


Y el cielo y el viento como el reino prometido
aunque en el cumplimiento de los años
y de esas fatalidades anunciadas por quietudes repentinas del paisaje,
por retrocesos de las aguas augurándonos Tsunami,
la ventana de la casa natal se tornó una costumbre,
el resquicio por el que se fugó la promesa.


La ventana como un respiradero mínimo en lo alto de los muros,
la ventana como evidencia de la cárcel, de la asfixia
y respirar era imposible
cercado el aspirar por el odio que aún horada a los muertos de esa casa.


Y sin embargo también fue la hondura de luz,
el argumento del escape.

Pero hoy es lo que resta del naufragio de la casa cuyo principio y fin era el derrumbe,
sostenerse en el espacio que se abisma.

Y al perder el andamiaje de una casa,
qué sentido tiene lo habitado y dicho en esa entraña,
o es que todo fue un mal sueño,
una deformación de los deseos de luz y de mundo,
la trama de una conciencia ajena,
o un desafío más en los que debe templarse el espíritu.


Dónde quedó la pureza,
acaso una mentira su pequeño, pero inolvidable gozo,
qué fue de sus objetos amados,
el caer de la arena de un reloj,
los insectos de luz orbitando alrededor del asombro,
el cuaderno de los primeros signos que no pueden recordarse.


(Evocar el fuego de una casa donde nadie vivía,
una casa a lo lejos de la noche y del bosque;
también, la vaga iridiscencia de una piedra de la suerte
...)


Qué fue de la inmanente pertenencia al reino,
o es que la pureza y lo vivido existen en la ausencia
o en el espejo extraviado en memorias que no sucedieron.

Será posible mantener el temple sin los hábitos de una costumbre
y sin historia,
porque la historia misma es la negación de la voluntad construida;
cómo arrancarme la angustia de encarar en sueño a los muertos,
cómo alejar esa furia que atraviesa la noche
y que en el día invade mis actos como un llanto,
una potencia indomeñable.

Y de nuevo hallarme en medio del bosque y las hilarantes sombras
y sin mi piedra de la suerte;
no saber el camino a casa porque pájaros oscuros se hayan comido el rastro que me llevaría de regreso,
o es que a lo mejor no hay un camino porque no supe trazarlo
estancada en la trinchera de impotencia con que defendí mi índole-mis llamas
de esos muertos deformados en el hervir de su miedo.

O quizá dibujé el camino en el mapa que até en las caudas del cometa y de la esfera,
y que ahora son lejanos puntos de luz errando en el infinito.


Alcanzar la cauda y tal vez recuperar el mapa,
y descifrar la ruta a la casa del bosque
o el conjuro de un retorno sin duelo ni furia a la casa del odio.


(Alguien enciende un fuego en la casa a orillas del lago;
el haz del incendio, como un desborde atravesando puertas y ventanas,
alumbra el camino
…)


Alcanzar la esfera y el cometa y ser como esos niños perdidos en el viento,
con su sola libertad y su tristeza
desafiando el vacío inmenso.



Punto de Partida - Casa en el viento - Claudia Posadas