Texto: C. P. Video: Yossadara G.
Soneto I
A mi niña mujer, fresca y fragante,
a quien duelen a veces mis derrotas,
me le voy a morir con suaves notas
que no alteren el orden circundante.
No he podido ser héroe ni tunante,
nunca supe tener ansias devotas;
sólo vuelos fugaces, alas rotas
y tragedias que duran un instante.
No he podido querer ni odiar ni nada;
mi esperanza es pequeña, indecisa,
temerosa, falaz y desganada.
Me le voy a morir pronto y aprisa
como asunto trivial en la jornada
que acontece sin llanto ni sonrisa.
Soneto II
A mi perro Tobías le agradezco
sus lecciones de vida cotidianas:
cómo tensa su cuerpo en las mañanas
y el vaivén de su rabo de arabesco.
Su perdón incesante no merezco
a mis viles traiciones cortesanas,
ni la luz de sus ojos, avellanas,
que alimentan mi sueño quijotesco.
Su presencia liviana dulcifica
mis temores antiguos y modernos,
y cuando duerme su roncar musica
mis desvelos efímeros o eternos.
¡No me dejes, Tobías!, tu alma rica
reconforta mi viaje a los infiernos.
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